Él me habla de miedo.
Lo susurra a mi oído como una fiera hambrienta que busca su presa en una noche fría que hace visible su aliento.
Él no teme.
Yo tampoco.
Preferimos parecer tontos antes de guardárnoslo todo.
Le gusta lo que asoma.
Es mío.
A mí me gusta hacer de mi piel el órgano más oculto.
-El miedo no tiene forma- dice.
-Buscar culpables es como buscar fuego con un fósforo encendido.
Me dijo que le concediera vida propia a mi voz.
No me pertenece.
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