miércoles, 9 de marzo de 2011

Charla con los árboles


Al menos antes de que el sol se ponga, un árbol me miraba entre sus rayos.

Luminosas sombras enturbiaban la oscuridad de un pensamiento.

-Ahora te das cuenta- las hojas se golpeaban, haciendo lenguaje en su danza.

De la tierra un árbol se elevaba formando una Y.

¿Querrá decirme algo?

¿Y?

Todo eso que me había llevado a hamacarme entre las ramas estaba sólo en mi cabeza.

Sólo ocurre esto de ahora.

El árbol y yo.

Me da sus hojas, sus ramas.

Su tronco.

Nos pertenecemos.

Yo no soy de él ni él es mío.

Pero nos pertenecemos.

Somos un todo inevitable y presente, salvaje y real, como la savia que brota de su leño.

Lo amarillo cae descuidadamente y nadie se lo lleva.

Se funde en el barro y nos sirve de alimento.

Una flauta Beatle mueve las hojas ahora.

Me mira.

Baila con los pies en la tierra.

El sol se esconde y ya al árbol no lo veo.

Me llaman para despedir al sol.

Árbol, hasta luego.

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